miércoles, 3 de febrero de 2010

Canción cotidiana

El ruido de la nevera
hace que me sangre la nariz.
Me hago la vida poeta.

Ya no sé si es decoración marina lo que hago
cada noche al mostrar
el ombligo a las masas.
Antes las cosas eran seguras:
decir mar era poder volar muy cerca de la tierra.

Tengo grandes amagos de ojos,
aliento frío en las mañanas,
polvillo de plata en la punta de los dedos.

Los flacos intentos de corazón
han dejado callar aun al horror.

Y en el amargo transcurrir
del opio bajo el lavamanos
quiero remedar la vida
con un lápiz entre las piernas.

1 comentario:

ángel dijo...

Muy buen poema, entre las imágenes sólidas de la nevera y el lavamanos nuestros de cada día. Siempre es grato leerte.


Saludos...