miércoles, 31 de diciembre de 2008

En otras palabras

Sé que suelo ser críptica en mis escritos; incluso, si es que tal cosa se puede decir, tiendo a serlo mucho más en la poesía. Hay una razón: no sé qué hacer con una cosa que camina, duerme, come, respira, defeca, llora, siente asco, se siente sola y todo eso sin querer, como por hacer algo.

Intento, lo hago lo mejor que puedo, explicarme porque así me lo exije la tenencia (y la querencia además) de lo ajeno. Odio estar necesitando cuerpos, odio no saber nombrarlos, odio que su mismo nombre "pánico" signifique "aquello que se desconoce". Sí... Mis conatos son muy somáticos, de eso que llaman cuerpo, lo indescriptible, de lo que no se habla, el último secreto. Quizá una prostituta podría hablar con la verdad de un cuerpo archiconocido no sólo por ella sino por las caricias habituales y más bien poco deseadas. Dice Rayénari López en un poema "las putas no pueden escribir historias de amor" y me parece que es Onetti quien dijo en una entrevista que "las mujeres honradas no tienen historias". Bueno, pues ni soy prostituta ni soy mujer honrada al entero, ando por ahí con nauseas todo el tiempo y friego la paciencia de mis congéneres con las manos que bien podrían llamarse una Quiero y la otra Quiero. Las manos nombran en lo oscuro, dicen por ahí, así tocar es hacerse un camino donde lo demás es confuso. Pan, dios del cuerpo, manos, terrores ventrales viejísimos.

Pues bien, aunque a mis historias, me diría un profesor, "les falta carnita", bondades de la metáfora literal, supongo; esta vez quiero describir dos manos cansadas, desgranar el "aquello" de la tarde que estuvo en casa, llorar, reiterativamente, sobre el cadaver de la misma imagen vieja de la descompañía y de la presoledad. Y he dicho: "Parece que dos / es siempre suficiente / para escuchar un corazón / donde terminan las mangas cómplices". Siempre hablando en Fa. Qué horror. Como hablo desde la compañía musical, nadie me entiende. Y los que entienden pues no hacen esto de leer; más bien andan por ahí entrelazando dedos en divertimentos. Tengo un mes sin salir de casa y la vida debe andar por ahí fuera, en otra parte. Para los próximos escritos invocaré a Mnemosine y le pediré que retire sus favores. Hablar desde el olvido es deshacer cuerpo, ahogarse en Nada. Lástima lo de los espejos.

Felices descompañías.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Si Si Mi Sol

Pago las horas tejiéndome el yoquesé en la vagina, lo lamento desde el vientre. Lamento que las horas pasen como leche bajo mis pies y la cacería repetitiva de las ensoñaciones. Morir peleando, eso es, inclinada sobre el fregaplatos cuando es noche de concierto. Caber con sorpresa entre la ropa sucia y la pared, encontrar al dios en el quita esmalte que huele a nieve. Hay que pensar que si cruzas los brazos parece que no fuese el ser masturbándose mientras mira las mismas comiquitas de ayer. Morir como flor de papel tapiz, morir con los labios rotos, el plagio de la semilla en el beso del traficante, bogar porque el sufijo -nza se escriba siempre con letras blancas. Si fuese menos cosa de muerto o de piedra entonces cogería con más ganas, con el dejo de humanidad requerido. Pero entonces se yerguen los espejos en lo que tendría que ser una pared; en los espejos va escrita la clave normal de las hojas que verdean alegremente: sí, sí mi sol, lo que sea menos quedar sola en melodías. Llevo demasiado tiempo sin azularme, me pongo a lamer el frío de las paredes. Me convertiré en esposa corriente de trajecillo ajustado, haré como que no escucho y se la chuparé a unos cuantos a cambio de algo de amor barato en la nuca. Moriré peleando por un poco más de vida porque para el horror no hay solución, sólo consuelo.
Dd.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Consuelo - Nos talgia el mito

Esa noche la Luna parecía brillar con más fuerza que antes, ya no se escondía.
Era el borde del agua y a esos momentos se los llamaba luz, el agua era de plata y los momentos la acariciaban, los momentos que eran como de luz derretida. Muy cerca, susurrando, Psique se guardaba de ser discreta, parecía que todos los ojos, que todos los alientos eran para ella, para sus manos ajadas que ya no podían sentir. Más tarde ella debía continuar con su tarea, porque ella había sido mala, había visto, tenía la luz y eso le había supuesto ese castigo. Pero ya no importaba.
Psique hablaba con el agua, muy rápido, pidiendo misericordia a Dioses que sabía que le eran indiferentes, pero ya no importaba. El agua y sus momentos parecían también indiferentes a los dioses mientras lavaban con ternura la sangre de sus llagas. La sangre fluía... Llorando, Psique formuló un último deseo: que nunca hubiese tenido que llevar en sus adentros esa cosa, ese resto de Él que le traía recuerdos angustiosos. Pidió que no doliera más, pidió que ya no hubiese más nada para ella.
La Luna estaba desnuda y tenía pena, por eso se escondía entre las nubes. Con sus susurros, mientras se hundía en los momentos y la luz le acariciaba el rostro, la sangre pareció dejar de sonar y hacerse tiempo. Pan la miraba divertido desde el otro lado de la ciénaga estrecha, observaba su desnudez, tan semejante a la de aquella a quien gritaba obscenidades alegremente: Selene, tus rayos, me queman, Selene, arrópame, maldita, te amo.
-Estás desnuda.- dijo el dios y Psique se irguió para coger el manto azul que estaba desparramado en la tierra; se sentía terriblemente avergonzada, ella creía que estaba sola. - Eres tonta Psique- siguió, encaramandose en un pedrusco cercano a la orilla -parece que fueras fruta pelada y vas y te ahogas en la plata, te pones a llorar donde ya hay agua-. Psique no sabía hablar con él, sus pies no eran pies sino patas y todo él emanaba una especie de maldad. O eso era lo que le parecía a ella, aterrida de frío.
- Psique, ¿te cuento algo? - seguía - Los dioses están ciegos y sordos a tí, eres una suciedad especialmente olorosa aunque pequeña en las uñas de sus olímpicos pies. Pan reía por lo bajo mientras se acercaba encorvado y feo hacia los momentos. -Es ahora cuando podemos jugar, mortal, es ahora cuando puedes lavarte, ¡Ve y corre asna estúpida! Los dioses envidian a los mortales porque sus momentos son más preciosos, porque cada uno puede ser el último y el placer es más hondo, más delicioso-. Ahora la Luna había salido, su brillo parecía menos, como si estuviese sonriendo. Pan alzó la vista, sonrió y dió varios saltitos como celebrando la luz tenue. -Agárrate fuerte a esos momentos Psique, esa plata y yo vamos juntos, - dijo entorvando la sonrisa - pero tu sino es menos tortuoso; ya he visto como te miran y me he reído mucho, muchísimo. Ten- . De pronto Psique sintió un dolor en sus palmas y en su espalda, luego de su vientre apenas abultado nació un cosquilleo. Pánico. - Eso es todo lo que necesitas-. Pan se alejó tarareando.
Psique se vió a sí misma en la plata, más bien en el agua, y se recostó contra uno de los naranjos. Una flor rozó el dorso de su mano izquierda antes de tocar la tierra húmeda; era como si nunca se hubiese sentido a sí misma, como si el dolor amainara por un segundo y ella pudiera volver a mirar a Eros. Suspiró y se durmió casi sin notarlo. Arriba Selene se había vuelto a esconder.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Retorno

Hacer - volver.
Sobra, pon, coloquio interminable.
Dos cuadros, dos terrores,
dos corazones, dos soledades juntas
no hacen necesariamente una compañía.

Hacer-deshacer.
Derruir los geriátricos }Colócate en amor./Quieres sexo-libertad/sexo acompañado.

Volver-deshacer
la espera tejida y secreta.
Si insistimos e insistimos en la palabra
es porque sabemos que eventualmente
perderá su sentido

o perderá.

Y ya no nos duele como antes.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Una descompañía verde

Si hubiera habido frijoles la cosa habría estado mucho más patética. No había demasiado que acotar a esa noche, estaba oscuro pero en la plaza parecía que el miasma no había terminado de superar la copa de los árboles. La tarde se detenía por puntos en la habitación siempre en penumbras: bondades femeninas. Ya no teníamos ganas de morir, la vieja de al lado canturreaba sus versitos amarillos. Lo demás se restaba en el silencio. Despertar era una maldición allí. Domingueábamos, teníamos el consuelo de la sábana moteada de sangre. La piel de él olía al Mar, era inevitable, la piel de él olía al mar, la piel de él olía al mar... Lo salado del mar eran las cuatro de la tarde. Él era las cuatro de la tarde y era el mar, él era cuatro estupideces escritas en la arena, dos plegarias, una sed, la esperanza... Todo estaba perfectamente cosido entre las dos pieles. La frase que se gastaba ese día era, sin embargo, que no había, en el hombre, nada más profundo que la piel. Luego de la piel no había más que buscar. Habría que pedir prestados un par de ojillos azules para ver aquella escena: el calor huyendo de la cama espantado, la arena hallando poco a poco su lugar entre los pliegues de los genitales sin tocar, las latas tristonas, la televisión sin prender, la lluvia menuda anunciando victoria nocturna y la duda llena de costras haciendo muecas en el techo. Dormir como muy solo se había vuelto una especie de concesión para entonces, eso lo sabía. Olvidar a partir de un espejo era la virtud más grande, cosa inexplicable. Fue maravilloso arroparse así bajo la inconsciencia del mar sucio de noche. La piel de él olía al mar. El deleite, el destino del mundo tenía que ser algo parecido a acurrucarse con él mientras se ignoraba el pero-pero del techo. La piel de él olía a mar cuando apartó en sueños a quién sabe qué imaginarias moscas. Él era la sed. Levantarse a por té era un absurdo con su boca tan cerca, sin embargo, finalmente éramos así como absurdos. La noche estaba cubierta de lluvia. El té sabía innegablemente a ventana e incitaba al baño ancestral de los apolíneos. La consciencia del cuerpo se hacía cada vez más acuciosa, aun sin espejos. Yo bebía y bebía procurando no escucharla. Él tendría sed también, no había que bebérselo todo. Había que volver, eso sí, al terror casi conocido de su cercanía y posar una mano en el pecho, allí donde estaba la entrada al infierno, tan reiterativa y de tierra como siempre, aunque vapuleada por la sal. La piel de él olía al mar. Es curioso el entonces, porque todo ocurrió muy rápido: sus ojos se abrieron como asustados y se incorporó cubriéndose la cara, como si tanta noche fuera insoportable. Como un milagro voltea y reclama su sed. El té no tarda en llegar: bondades femeninas, otra vez. En aquel momento teníamos que haber estado comiendo frijoles, pero no cualesquiera, frijoles de esos que provocan tahílas y retahílas de pedos. No hubo, pero habría sido, ciertamente, una majestuosa coda final. Tendría que haber dejado madurar la idea de que dos soledades no hacen necesariamente una compañía y haber obviado la carcajada que se estaba dibujando como un sol negrísimo en el techo. - No eres lo que esperaba. No eres Ella. Por favor, no me guardes resentimientos. La piel de él olía al mar. Me arrojo al mar. El mar y su inconsciencia, cierra los ojos, respira la sal queriendo hacerlo, esboza una querencia de último abrazo y comienza a agradecer que al menos sea incapaz de distinguir sus dientes amarillos que tanto verso habían enseñado, su culo sin pedos pero mórbido por tanta celulitis, tan semejante a la Luna y sus mentiras. Me acosté a su lado sintiendo la descompañía venírseme encima como monstruo, puse la sábana sobre los dos intentando no saber que él lloraba. - No te preocupes que sentimientos no hubo nunca. Media sonrisa después, el destino finalmente nos alcanzó durmiendo en la misma cama.

martes, 9 de diciembre de 2008

Aquí nada más, latiendo.

Darle a la lata, dar la lata, latear(se), delatar, enlatar, latero, latir, latido, latencia. Me han dicho, qué cosa más extraña, que en algunas partes de este país cuando un perro ladra se dice que "late". Y calla a ese perro que tanto latido me tiene loco. Y dice el otro: "pero es que es lógico, cuando el perro ladra, late". Como el condenado sapo y la niñita pelirroja que en lugar de ponerse a latir como es debido, anda allí con un hip-o de lo más angustioso. Dificultad breve al respirar. Nada. Lat. Let. Lit. Lot. Lut. Y todos los derivados de estos morfemas, en cualquier idioma, son peripecias lingüísticas, cosa estúpida, encadenar signos uno tras otro para... Para algo será. Dice Juan Pablo que si no hay carencia no hay poesía, donde no hay poeta aquello está todo perfecto, un poeta útil para algo que no sea quejarse ¿dónde se ha visto a ese aberrado?. Yo suelo salir de esa clase con unas pulsiones sexuales un poco raras, pero muy intensas, muy honestas. Lo honesto en las noches de escuela parece vincularse fuertemente al cuerpo. Carencia y cuerpo llevan un mismo nombre en mi boca, lastimosamente. Él, que no late, parece sólo mediodía, aunque se presume el ritmo en la audición silenciosa, como de noche, de cosa oscura: Audivit quae no licet homini loqui. Y la Gloria suele resumirse en él. En esperar un abrazo al salir de clase, en llorar por el callar prolongado y los ratos enrarecidos de descompañías. Así él es también carencia, es una ausencia, es toda una cultura. También es el grandioso "Bah" dibujado en el cielo y la risita molesta, es lo que duele de noche buscando donde guardar lo que no se puede decir. Me quejo, me quejo, da igual. Llegará el punto en que pongamos los días sobre las enes. Dd.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Lila

Hace mucho tiempoúltimamente.
Cordas mochas, troncos cosidos,
unas colgadas, moradas, dejadas al unísono.
Correcta cara calada de frío. Dame sexo
niña del pueblo.
Tranquilo.
Costas comidas. Caerse es. Porque queremos ser así.
Destartalados imaginarios
entre la sal de las papas.

Y aquella que se desnuda en un hotel
va hacia abajo como un río,
disminuyendo un - córtame las alas -
re-córtame las alas;
y mira qué espacio tan lleno de aire tenemos hoy.

La coletilla dice que no se salvó.
Resto de las des-compañías
este silencio generacional.

martes, 2 de diciembre de 2008

Hace mucho tiempo últimamente

La sucesión instantánea de lo que llamamos vida no me alcanza para hacer un ensayo. Preciso, pobre costumbre de verso, tengo que venir a pelear con mi espejo. Mímesis concluyente. No sé hacerme con mis textos porque, en realidad, estoy algo anacrónica últimamente. Las esdrújulas me tienden trapos ya verdes de tanto que les han llorado y me despiden. Las graves son, naturalmente, más graves y las agudas sólo son bien crueles. No recuerdo haber comenzado a escribir ensayos. No cuerdo haber ensayado a reescribir comienzos. Porque el tiempo se puso a saltar el avioncito, la dichosa rayuela. Me veo desde atrás, como un tejido de quien espera. Estornudo, estornudo: casi se acaba la espera. Angst: Nada, nada en absoluto... Y la puerta tan estrecha, yo pensaba que estaba doblada. Siempre hubo puerta. Reiteración de la realidad: dos puertas que son la misma pero sirve una para entrar y la otra para salir. Los motivos perderán su sentido. Yo estoy quietecita entre las pausas, casi vidrios, me hago a la idea de la arena cristalina y Rafael susurra que no hay misterio, que el tiempo es Ella sobre la arena. Está cansada de espera(nza)r. El ensayo que no hago se llama "Ley de muerte". El ensayo, que no brota como cansino pétalo continente, trata sobre la vida llegando a su fin. Quiero desdibujar una frustración y no puedo, necesito hablar de la soledad y no puedo, porque para hablar (¡incluso para hablar solo!) se necesitan dos: uno que emite y otro que recibe: fundamental en el lenguaje esa otredad callada que asiente. Sin eso las cosas no existen, no tienen razón de existir. Hablar de la inminencia de la muerte es comentar un significante sin significado. Ella, que se queda tranquila sobre la arena, no sabe cómo acercarse. Mañana habrá una hoja de papel esperándome, como diciéndome: Raspa, paras. Te(eee)rror, terror. Hay una gentilidad que vive aun estando bien cerca de la muerte y hace, mide tempos con los pies. Supongo: un, dos, tres. Tap tipi tap tup. Y con aquella gracia traen al otro a colación: llegaste al hogar. ¿Cuál era la ley? Morir, ciclocidad, llegar, cumplir. ¿Hamartia es la Cosa? No, la Cosa es la de Gelman, luego la busco, no me olvido. ¿O si? Hoja de papel arrugada, intencionalmente dejamos de planchar la camisa y es un hecho social, no más calorcito mañanero, no más recuerdo de Casa. Malditos comienzos, palabras fértiles, ni me acuerdo ya qué es lo que paren, paran, paras, raspa. Correr a través del bosque huyendo de la noche prematura. Defenderse, ser fiero, aferrarse a la vida. Versar sobre la vida. Recorrer el recuerdo, hacer de la corredera una cuerda, una vez más, aferrarse, detenerse, atarse y hacerse a la idea de llegar a alguna parte, serenamente, pensando en que no eres ni el primero ni el último en hacerlo pero que sólo por poder contarlo eres una especie de héroe. Orden de los princesudos traseros esperanzados. La Ley es morir pero morir habiendo vivido, la ley es que, una vez solo y con la muerte lamiéndote los dedos de los pies, puedas sentir que sí, que últimamente hace mucho tiempo detrás de ti y seas capaz de dejarte, dulcemente, comer por los lobos. Pero siempre solo, cuando notas que ya no tienes cómo hablarte a ti mismo. ¿Para qué existir solamente solo? Buenamente, existe la literatura para trascendernos, si no, ensalada de loto y cura de tiempo. Que lastimosa inmortalidad de pocos pechos la que anhelamos. Mañana está casi aquí, qué premura. Casi creo que no escribiré nada.
Dd.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Nuestra literatura dealocha

Me aburro (burro) mantequilla que vuela, triangula: mariposa que se cae de la boca y se reitera a morir en el vientre de una cosa, casi loro o casi palabra. Se distrajo y olvidó de tanto ma(r/l) Qué noche más democrática hay autobuses como árboles; las moscas son una hipérbole que se gasta sobre nuestras cabezas. Hoy confundí un edificio con unas nubes. Llevo meses haciéndolo. A tres pasos sencillos. La gente comenzó a vivir en las nubes. Cuando se dieron cuenta, ya las visceras adornaban los adoquines y los niños se llamaban todos Billy. Así teniendo nombres se llenaban la boca de piedras sueltas. Billys corrían por las calles y se preuntaban el por qué de tanta nube. Los árboles son ies: siempre dejan algo por decir. Es cierto, hay muchos árboles últimamente. Había una vez un abrazo y todos morían de calor en aquel país. Al final de la calle venden gente a unos cuantos libros que pasan ebrios.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La Luna es una espiral

Hay algo muerto en mi cuarto
en mi cuerpo
en mi cuerto
la perra seguro se ha hecho como siempre
a la idea de que la (o) cogeré
entre mis brazos.
Qué leches
de madre galáctica y sucia
perra de tres tetas.
Por eso es que eres mía, mía
en todo tu anhelo absurdo
de
caminos.
El humo sepia
de la Luna maldita
suele recordarme que viene pronto el día
de lluvia y Sol y Sol y Sol.
Pero sólo es eso
otro camino
que cuece en espirales
y en números; malos hábitos de tercerizaciones.
Cruentas, mucho muy destacadas
las notas de estas noches
cansadas, azarosas
que no llegan nunca
porque castamente, casta(mente)
se pierden en los caminos
que han sido hechos para ser caminados.
Hedor de perras (o) que se detienen
de Cosas grises
y de Una Mujer
que arpegia los calendarios
y ha hecho que me detenga
a contemplar la ene de plata
en el techo.
Llora dos lágrimas.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cultura de carencias

Dice: "¿Y por qué te llaman Quiero.Quiero?" Y ella responde: "Era lo único que sabía decir cuando llegué aquí". Porque eres puta te amo, porque eres incapaz de contarnos lo que te pasa cuando estás sola, frágil, chirriquitita con tu pared. Cómo lloras porque esa pared no pueda abrazarte. Qué aburrido, qué voltereta temporal; si hasta parece que eres la misma de hace unos años, cuando te lamentabas en Cortázar de tu mala estrella, la que te había confiado a la conciencia pobre, a la soledad demasiado colmada por el patetismo. Pero no es así. Hoy puedes contarnos lo que ocurrió. Pequeño relato: Era catorce de febrero, fecha temida. Era catorce de febrero y una semana antes habían pasado las listas estupendas para anotar si querías enviar rosas rojas o rosas negras a la persona querida. Había muchas equis en esa hoja, yo puse dos: una para Irene, la otra para Jenny. Había también otras chicas que no quisieron perder el tino del dinero fácil que casi podías exprimir de los obsequios bien melosos. Sí. Vendían brownies y yo compré tres: uno para Gabriel, otro para Irene, otro para las mismas chicas que los vendían, después de todo, siempre hubo el dinero que nadie se gastó en un cine o en un helado. Qué importaba. Era de nuevo catorce de febrero. Yo tenía dos o tres amigos. Dos o tres. Yo sabía quiénes eran. Yo quería un regalo, no era nada costoso una flor. No. Nunca había tenido una flor como no fuera que la comprara yo y para darle colorcito, carnita, mintiera diciendo que me la habían regalado. Las muchachas de las rosas, vestidas con alitas, habían pedido permiso en clase por ser aquel día en particular y andaban revoloteando. Recuerdo bien que mi salón se llenó de flores. Hubo una muchacha que compró rosas para cada uno de mis compañeros, exceptuándonos diestramente a Irene y a mí. Irene recibió mis regalos, recibió otros también. Jenny igual. Rosas, rosas y rosas. Y yo allí, con toda mi sed de esos últimos días, queriendo que con cada atisbo de alita viniera un: ¿Susana? Mira, ésta es para ti. Pero no llegaba y yo dejé de esperar, tristemente, me hice a la idea de que no habría, tampoco este año, ni un coquito, ni un caramelín. Y entonces llegó: era preciosa, casi estaba marchita. La chica llegó cuando estaba sola rumiando mi soledad absurda en el salón vacío por recreos varios. Y la Rosa, rosa roja, besadita, trocadita en su idea de felicidad mortal tenía una tarjeta en la que ponía: "Para Susana. De Alejandro. Te quiero!!" Y yo pensaba que sería Alejandro, ese, el que había querido ser amigo, el que había asqueado tanto cuando quiso ser mi dichosísimo novio. Y me contenté. Atornillé la sonrisa porque todo iba bien. Recuerdo que coloqué a la pequeña alegría en una botellita con agua, para que muriera más lento y salí a lo que restaba del recreo. Oh, si es que el Sol hasta brillaba. Vi a Gabriel atontado con su brownie, sin saber bien de dónde había salido. Me vi a mí misma. Qué cosa más curiosa. Casi un mes de asco y tristeza fluidos en tres pétalos tristes. Y volvimos a clase. Y estábamos felices de nuevo. Y llegó el mismo angelito que me había traído mi Rosa con cara de muerto. Digo, llegó el angelito y me dice: "Susy, no sé cómo decirte esto pero esa Rosa no es tuya, es de otra Susana. Necesito que me la devuelvas." ¡Nop! Aun no sé cómo contarlo bien. Aún no sé cómo decir sin morirme un poco cómo saqué la rosa de la botella y pedí disculpas por haberle quitado unos pétalos. No sé decir qué cara habré lucido entonces de tan terrible talante, de tristeza tan cansada, que Jenny se me acercó y me dió una de sus cinco rosas, quizá la que yo había escogido para ella. No sé todavía cómo decirlo porque no, no tuve nunca la maldita rosa. Cultura de carencias: no puedo hablar de aquello que no he tenido, así pues participo de la idea del silencio generacional que nos oprime el pecho. Sólo sé decir que tengo una carencia y sí, para evitar confusiones de aquella índole, mejor llámenme Quiero.Quiero, me define mejor. O Mel. Sí. O Angst, Panique, Lamia, Anna, Eva, Delilah... Como sea. Igual nunca será mío un nombre y mi misticismo tonto de querer ser una Cosa digna de tres veces atención pasará desapercibido y todos cómodos, aunque tristes. Insisto, nos importa porque existe, pero si no se puede nombrar, si la pared es lo único que abraza y lo único que se entera cuando lloras, si al final habrá otro nombre tachando el tuyo... ¿Por qué? Ah, por Ella, dulce carencia: Quiero Blanca de Esperanza, dulce María. Loto literario.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Percances literarios

La escuela de Letras de la UCV es una "Cosa seria", perogrullada perfecta. Tengo unas materias "que no veas". La literariedad del asunto me espanta: "No seas idiota" o Teoría literaria I, Antiguos problemas de la literatura latinoamericana, nueva literatura latinoamericana bien patrocinada por nuestros nuevos nombres de díadelaraza, indiochávez. Tengo también Literaturas occidentales I y Literatura y Vida, ambas de altísimo contenido real. No recomendado para débiles de estómago. Una materia simpatiquísima: introducción a estudios del lenguaje o "Ave objectum, morituri te salutam" y un taller, maldita editorial psíquica, en la que de a poco se van incluyendo los incautos imitaBorges, eufemismolovers y circunloquistas varios. Qué cosas. Cada profesor se ha hecho a sus nuevas ideitas, uno que otro nos llama sencillamente "Letras" de vez en cuando... Y ¡Señor! Qué bien se siente. Se siente, no se ve. Insisto. Por algún motivo cuando coloquialmente se pregunta acerca de un enunciado: ¿Pero en sentido literal o figurado?... La respuesta que se corresponde con lo real es... Yo no sé. La gente habla mucho sin saber muy bien qué Cosas nombra y relaciona.

Pues bien, la escuela es Cosa seria. Tengo amiguetes nuevos. Me gusta tener amiguetes. Es maravilloso escuchar un axioma gigantesco y brutal, corta-aliento, exactitud aterradora y mirar a tu alrededor y no ver las usuales caras bobas o indiferentes. Somos así, eso nos dicen en literatura y vida. Así, como nos vemos en lo oscuro, lo radical, aunque sea por accidente. Y mis compañeritos, que hoy me han venido con no sé qué epítetos y clubes de lectura y me llevan los daemons si no les he agarrado un buen cariño, son, definitivamente, así. Qué cosas que todos estemos allí, insistiendo en la palabra sin saber bien por qué.

En éstas andábamos cuando Aryam (sí, la del blog) me pregunta que cuándo nos "etilizaremos" y luego agrega la duda de si está bien dicho eso... Yo me hago pelota, de verdad: súper alcohol etílico para los súper estudiantes de letras, súper polvo blanco, súper héroes y heroínas (blancas también de tanta esperanza), dulces Marías consoladoras, Chelos que cambian la última vocal por algo creativamente, recurrentemente más femenino. Santa preposición española. Cerveza, Ron, Vodka: lo que sea. Sí. Estilizarnos en alcohol: etilizarnos. La estilística siempre está doliéndonos en las clases y hemos podido resumirla en el cómodo percance literario de comernos una "ese" luego del bonito examen de "no seas idiota", es decir, sé capaz de actuar en función a los demás. ¿Y cómo no? Digo. ¡Sí! La literatura es un fenómeno social equivocatorio, para volver sobre las mismas imágenes una y otra y otra y otra vez, recrear en uno mismo, reconocer en uno mismo y nunca poder evocar a un Yo en un texto.
Quizá esté ahí la clave de las letras: no te aproximes solo. (Solo empeoras las cosas).

sábado, 15 de noviembre de 2008

Morbo nº14 - Coda final

Querencia de razón contenta de pánico, casi con estafa de pobres alegrías a luces que se mueren de hambre. Poca cosa de dedos desde que son dedos. Cuando no soy a ti, ¿Se comprende? Hasta entonces. Lloras luz, te cuelgo trémulo de unos clavos: demasiado viento para ser Domingo. Te coloco tiempo alrededor del cuello y te callo con toda mi espera. De tu sacro tanteo de calores, tiene los pies hediondos a tierra húmeda. Y los beso queriendo borrar nombres. ¡Mira la duda desnuda, oh amor lamerse las ronchas y a la mosca arrastrarse las alas podridas alrededor. Ya eres palabra. Romance de lluvia que cae desde la gente. De caer con Voz falsa: darle un beso a la botella vacía de tu parte. Y dices mi nombre como si me reprocharas el mundo. Tengo la carne podrida: pobre cura sin brisa de campanas húmedas. Hay un paréntesis de noche que no se cae de estos árboles. Cosas de la vida tranquila, carencias varias de luces largas. Ya he dibujado la cruz con un miedo, ya mastico el vidrio: Arena que se hace a la idea de ser piel y entre los últimos compases la risa de Mozart.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Pwrrrt

Tengo un compañero que cuando quiere hacer pupú dice que tiene que hacer del cuerpo. Tengo otros que hablan de hechuras de cuerpo; otros ta(o)ntos que sugieren que, como que somos humanos, el cuerpo no nos define ni marca lo que somos y, por lo tanto, hacer cuerpo es un atentado absurdo a la conformación de todos nosotros: la belleza va por dentro, dicen.

Todos admiten, no obstante, que hay cosas bellas y feas con respecto a los diversos hechos que llamamos cuerpo, o cuerpo psíquico, cuando dicen que va por dentro. Dice Daniel Guevara que ambas categorías vienen siendo, esencialmente, motivos. Algo que nos conmueve agradablemente en el caso de lo bello, y desagradablemente cuando es lo feo lo que muestra la cara. Ojo, nos con-mueve. Nunca estaremos solos en esto de acercarnos a los juicios de valor.

Ahora bien, creemos en un bonito dilema, por demás muy actual: ser incapaz de distinguir lo desagradable de lo agradable. Se insinúa la reflexión a partir del hecho de que todos consideren algo como bello y que a ti ni pum, ni pam. Ni bello ni feo. Y que luego te enamores de los brazos de una mujer e imagines tu vida medida por su contemplación, en tanto el resto del mundo ve quién sabe qué próxima dentera en un cuello rugoso, en manos que callan (¿se dice así a tener callos de mucho trabajar?). La ambigüedad del asunto es terrible. De alguna forma, es maravilloso desligarse del juicio cansado de la razón y entregarse a la conmoción sola y decir que ni cuerpo ni cuerpo son absolutamente bellos ni absolutamente feos, depende de quién lo vea y se acabó, adiós importancia.

Pero las hechuras de cuerpo humanas son bien particulares. Parece que no admitieran que una piel, que unos brazos y un cuello quedaran solamente en cáscara muerta, al menos en lo conceptual. Todos los que han caminado y han rozado sin pensarlo la pared con sus manos pueden tener la certeza terrible de que su cuerpo se acercó con todas sus facultades a hacer conciencia de si mismo mediante el roce. Cosa extraña, parece que somos bien duales y que, además, estamos a destiempo con nosotros mismos.

"Viéndolo bien el sapo es todo corazón." Qué viéndolo bien ni que lector muerto, es cuestión, oh sorpresa, de no temer usar los ojos. El sapo late completo porque su cuerpo es, precisamente, él. Arreola le comenta acerca de su naturaleza fea como acusándolo: lamentable crisálida, ninguna metamorfósis, cualidad de espejo. Y entonces también nosotros, en tanto reflejados, somos puro corazón, aunque no estemos siempre conscientes de ello, que no lo veamos. El cuerpo se mueve según una rítmica concreta que acelera o desacelera según el carácter, siempre temporal, que nos domine. Que no escuchemos cómo el propio cuerpo se corresponde con el confuso nudete de racionalidad es otro asunto del que habrá que ocuparse luego, más abajo en la espiral. Por ahora la tareasubir el volumen de la música hasta que distorsione la melodía popularosa y queden los bajos, la clave segunda, lo visceral en los tonos graves y que por lo general pasan desapercibidos. Bum- bum. Somos latido. Hacemos latido. Lo que encontramos allí abajo en lo ventral es pánico, es conmovedor pero es otra de esas dulces dudas: feo o bonito. En realidad sólo sorprende, sólo asusta. Y, hablando desde lo más honesto, es lo inesperado lo que nos rescata todo el tiempo de nosotros mismos y nuestras tonterías semióticas.

¡Bu! Llegó la realidad en un baño, sapo hediondo que nace de nosotros y que somos nosotros en el reflejo, en nuestra derivación abstracta de nosotros mismos. Dependiendo de con qué ojos nos estemos viendo en ese momento nos pareceremos bonitos o feos. Ojitos de amor u ojitos de odio, como quién dice, pero siempre más de un ojo, por favor. Porque no tiene chiste hacerse a la idea del cuerpo si no hay quien se acerque a él buscándose a sí mismo. Es a partir de la otredad que se nos dice que, aunque lo intentemos, no nos transformamos en cosa distinta de lo que somos y que aprender a nombrar lo feo o lo bello no depende de lo que somos sino de cuán dispuestos estemos a someternos a juicio nosotros mismos, con nuestras verguenzas y orgullos, fenomenales por entero. ¿Y luego? A re-crear desde lo espantoso. Mi amigo se parará de la po(c)eta y me dirá con orgullo que ha hecho un buen y genuino cuerpo. La vida comenzará a sonar en pedissimo...

Dd.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Canción popular

Mi facultad es una mierda me han enseñado a trazar un mapa hasta la verga. No he querido publicarlo sería un país felizmente sobrepoblado y lleno de enamorados. Todo el mundo está muy agarrado a la tierra: el agua de nevera sabe a mayonesa, Las mariposas tienen cara de cerveza. ________________________________________ PostData para los músicos: Se toca en de-cadente (apróx. 83 beats/unidad de tiempo) con variación intermedia en pedissimo, léase "pwrrrt". Clave de Fa, cuarta línea, comenzando desde La, cualquier La y tonalidad mayor.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cociente de coletos correctos cuerdos

Como que lo que se gesta se viene y no se viene, y lo que se mueve se mueve en el frío, voy colocando los poemas del poemario poético y recuerdo que debo estudiar teoría literaria porque, en lugar de asistir a clase con el mago de Castillo Zapata, he ido a escuchar a López-Pedraza hablar acerca de lo psíquico en un toro, a maravillarme de la proximidad entre Goya, Picasso y Benavidez y a recordar que la cultura se ha hecho cosa de viejos (¿anhelos?). Sí-sí. Todos podríamos llamarnos Quiero.Quiero y dejarnos de exactitudes aterradoras, pero no lo haremos: nos odiamos por ello. Sólo divago intentando introducirnos a una mujer sucia. Sólo pienso en ella como si fuera una bailarina. Yo, yo, yo... Ella tiene el tiempo entre las piernas y detrás de los ojos: abre las piernas, saca los ojos. Escribir poesía en pentagramas: Cociente de coletos correctos cuerdos Hay ciencias correctas, dolor de corazón, y ciencias algo más complicadas. Trapos a los que suele faltarles un diente y que cantan canciones viejas al aire como respondiendo la pregunta queda de los atardeceres en una fuente seca. Valeriana de espera en guitarra. Agüita de saliva en labio que cae sobre las notas lastimadas: Qué lunas más pesado de estatuas desmembradas y soles de merienda. Me recuerda a las cuatro perdidas de Noche, cuando me llega y me acuesta haciendo de los quebrantos una cuna de tres gramas. El parpadeo poco cuenta conmigo en estas calles hasta que me encuentren las olas que caen como horas del cielo. Caen desde abajo como si fueran gente. Con mis años mal cumplidos fumo sobre mi cultura. ________________________________________________ Je, y como diría Rafael: y este corazón/que es un corazón/duele como si fueran dos. ¿No? Finalmente siempre hay una pregunta, una duda preciosa a la que llamamos poesía o música. Ritmo primigenio. Vida acompasada. Pero siempre en compañía, medio morirse estando solo no tiene mucha gracia. Tengo parcial mañana, qué cosa más terrible.

Dd.

martes, 11 de noviembre de 2008

Cualquier es mugre

Hay caprichos de goma en lo que si tan sólo supieras. Si estuviéramos menos solos. Son cartas nuevas y tortas carcomidas de fríos de niños de calles de lluvias y de mis ojos botados en una esquina. Caracas es un familiar cotejo de ideales y esperas. Te veo y te escupo en silencio. No es justo. Ojalá se nos terminaran las palabras, las horas, los árboles que se nos han puesto mudos. Hay lo que me has contado en tus querencias de cosas posibles. Hay un viejo que se caga en los pantalones y sonríe. Hacia todo lo que está detrás, empapado con aguas tibias, encaminé ese beso y me fui con mi raza entre las piernas. Mi país es un vientre decorado de flores blancas vivas de tallos sin espinas.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Elasco y la existencia trágica

Todos tenían por costumbre acostarse temprano. Elasco no, él se quedaba por la lluvia, desde la lluvia. Se hacía a su idea. Elasco era regulado, tempranero, quehiriente del helado perdido. Deseoso Elasco de morirse, un día, compró un amigo borracho en la esquina, lo zarandeó y le increpó, mejor dicho, le declaró su amor. Elasco no ha muerto todavía. Elasco me espera en la esquina con las pantaletas mojadas de deseo. Tengo que hablar seriamente con él, me tiene de pocos comeres y menos dormires con sus cánticos tontos. Ayer hablamos del músico y de la espantosa noche prematura que había despertado a los grillos antes de lo oscuro. Hablábamos de cagarnos de miedo, o quizá de cagar miedo. Elasco no ha terminado de decirme, yo me lamentaba, ciego muy ciego, de poderlo escuchar incluso entonces. Elasco y yo vamos a tirar. Elasco coloca el polvo sobre mis piernas, yo sé que sólo allí puede respirar y le rasco la cabeza mientras él se acomoda en lo humano. Elasco me ha traído un frasquito con lluvia para beber, para que no me olvide de la esperanza en su beso. Elasco quiere irse. Elasco está muy azul últimamente. Creo que Elasco me ama: le he dicho "Please fuck me?" y él ha prometido matarme mientras duerma. Dd.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

No nacimos nuestros

Porque en efecto, los pobres nos hemos dedicado a colocar los puntos sobre las enes.

Bogamos porque una Lengua se desprenda de su suavidad y quede en una Legua descalza, moldeada según los pies que quieran pisarla, que necesiten pisarla. Hacer suelo, pisar, soler. Suelo hacer cosas de locos, piso hacer cosas de locos. Esta cultura de distancias se ha hecho muy actual, pronto nos crecerán las alas.

Hasta que se nos ponga todo por debajo y comencemos a mirar desde arriba no entenderemos lo fundamental que hay en un barquito incapaz de navegar... Cuánto experimento vano, cuánta carta sin responder.

El lenguaje funcionará como un cigarro. La tierra es blanda, está hecha de dedos, de huecos. Cosas ciegas superpuestas. Todo lo que se nos queda mientras estamos mirando.

En verdad es bueno decir que no nacimos nuestros, aunque por ello nos veten, aunque luego haya un recuerdo cómico de una decisión mal tomada. Qué poca responsabilidad se tiene cuando casi se está solo.

Y eso es una generación, una mediocridad y un olvido. Comemos Loto como desesperados porque, precisamente, se nos va la vida en ello. La vida tiene que estar en aquella otra parte.