
Hay caprichos de goma
en lo que si tan sólo supieras.
Si estuviéramos menos
solos.
Son cartas nuevas
y tortas carcomidas
de fríos de niños de calles de lluvias
y de mis ojos botados
en una esquina.
Caracas es un familiar cotejo
de ideales y esperas.
Te veo y te escupo en silencio.
No es justo.
Ojalá se nos terminaran
las palabras, las horas,
los árboles que se nos han puesto mudos.
Hay lo que me has contado
en tus querencias de cosas posibles.
Hay un viejo que se caga
en los pantalones y sonríe.
Hacia todo lo que está detrás,
empapado con aguas tibias,
encaminé ese beso
y me fui con mi raza entre las piernas.
Mi país es un vientre decorado
de flores blancas
vivas
de tallos sin espinas.
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