sábado, 29 de noviembre de 2008

Nuestra literatura dealocha

Me aburro (burro) mantequilla que vuela, triangula: mariposa que se cae de la boca y se reitera a morir en el vientre de una cosa, casi loro o casi palabra. Se distrajo y olvidó de tanto ma(r/l) Qué noche más democrática hay autobuses como árboles; las moscas son una hipérbole que se gasta sobre nuestras cabezas. Hoy confundí un edificio con unas nubes. Llevo meses haciéndolo. A tres pasos sencillos. La gente comenzó a vivir en las nubes. Cuando se dieron cuenta, ya las visceras adornaban los adoquines y los niños se llamaban todos Billy. Así teniendo nombres se llenaban la boca de piedras sueltas. Billys corrían por las calles y se preuntaban el por qué de tanta nube. Los árboles son ies: siempre dejan algo por decir. Es cierto, hay muchos árboles últimamente. Había una vez un abrazo y todos morían de calor en aquel país. Al final de la calle venden gente a unos cuantos libros que pasan ebrios.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La Luna es una espiral

Hay algo muerto en mi cuarto
en mi cuerpo
en mi cuerto
la perra seguro se ha hecho como siempre
a la idea de que la (o) cogeré
entre mis brazos.
Qué leches
de madre galáctica y sucia
perra de tres tetas.
Por eso es que eres mía, mía
en todo tu anhelo absurdo
de
caminos.
El humo sepia
de la Luna maldita
suele recordarme que viene pronto el día
de lluvia y Sol y Sol y Sol.
Pero sólo es eso
otro camino
que cuece en espirales
y en números; malos hábitos de tercerizaciones.
Cruentas, mucho muy destacadas
las notas de estas noches
cansadas, azarosas
que no llegan nunca
porque castamente, casta(mente)
se pierden en los caminos
que han sido hechos para ser caminados.
Hedor de perras (o) que se detienen
de Cosas grises
y de Una Mujer
que arpegia los calendarios
y ha hecho que me detenga
a contemplar la ene de plata
en el techo.
Llora dos lágrimas.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cultura de carencias

Dice: "¿Y por qué te llaman Quiero.Quiero?" Y ella responde: "Era lo único que sabía decir cuando llegué aquí". Porque eres puta te amo, porque eres incapaz de contarnos lo que te pasa cuando estás sola, frágil, chirriquitita con tu pared. Cómo lloras porque esa pared no pueda abrazarte. Qué aburrido, qué voltereta temporal; si hasta parece que eres la misma de hace unos años, cuando te lamentabas en Cortázar de tu mala estrella, la que te había confiado a la conciencia pobre, a la soledad demasiado colmada por el patetismo. Pero no es así. Hoy puedes contarnos lo que ocurrió. Pequeño relato: Era catorce de febrero, fecha temida. Era catorce de febrero y una semana antes habían pasado las listas estupendas para anotar si querías enviar rosas rojas o rosas negras a la persona querida. Había muchas equis en esa hoja, yo puse dos: una para Irene, la otra para Jenny. Había también otras chicas que no quisieron perder el tino del dinero fácil que casi podías exprimir de los obsequios bien melosos. Sí. Vendían brownies y yo compré tres: uno para Gabriel, otro para Irene, otro para las mismas chicas que los vendían, después de todo, siempre hubo el dinero que nadie se gastó en un cine o en un helado. Qué importaba. Era de nuevo catorce de febrero. Yo tenía dos o tres amigos. Dos o tres. Yo sabía quiénes eran. Yo quería un regalo, no era nada costoso una flor. No. Nunca había tenido una flor como no fuera que la comprara yo y para darle colorcito, carnita, mintiera diciendo que me la habían regalado. Las muchachas de las rosas, vestidas con alitas, habían pedido permiso en clase por ser aquel día en particular y andaban revoloteando. Recuerdo bien que mi salón se llenó de flores. Hubo una muchacha que compró rosas para cada uno de mis compañeros, exceptuándonos diestramente a Irene y a mí. Irene recibió mis regalos, recibió otros también. Jenny igual. Rosas, rosas y rosas. Y yo allí, con toda mi sed de esos últimos días, queriendo que con cada atisbo de alita viniera un: ¿Susana? Mira, ésta es para ti. Pero no llegaba y yo dejé de esperar, tristemente, me hice a la idea de que no habría, tampoco este año, ni un coquito, ni un caramelín. Y entonces llegó: era preciosa, casi estaba marchita. La chica llegó cuando estaba sola rumiando mi soledad absurda en el salón vacío por recreos varios. Y la Rosa, rosa roja, besadita, trocadita en su idea de felicidad mortal tenía una tarjeta en la que ponía: "Para Susana. De Alejandro. Te quiero!!" Y yo pensaba que sería Alejandro, ese, el que había querido ser amigo, el que había asqueado tanto cuando quiso ser mi dichosísimo novio. Y me contenté. Atornillé la sonrisa porque todo iba bien. Recuerdo que coloqué a la pequeña alegría en una botellita con agua, para que muriera más lento y salí a lo que restaba del recreo. Oh, si es que el Sol hasta brillaba. Vi a Gabriel atontado con su brownie, sin saber bien de dónde había salido. Me vi a mí misma. Qué cosa más curiosa. Casi un mes de asco y tristeza fluidos en tres pétalos tristes. Y volvimos a clase. Y estábamos felices de nuevo. Y llegó el mismo angelito que me había traído mi Rosa con cara de muerto. Digo, llegó el angelito y me dice: "Susy, no sé cómo decirte esto pero esa Rosa no es tuya, es de otra Susana. Necesito que me la devuelvas." ¡Nop! Aun no sé cómo contarlo bien. Aún no sé cómo decir sin morirme un poco cómo saqué la rosa de la botella y pedí disculpas por haberle quitado unos pétalos. No sé decir qué cara habré lucido entonces de tan terrible talante, de tristeza tan cansada, que Jenny se me acercó y me dió una de sus cinco rosas, quizá la que yo había escogido para ella. No sé todavía cómo decirlo porque no, no tuve nunca la maldita rosa. Cultura de carencias: no puedo hablar de aquello que no he tenido, así pues participo de la idea del silencio generacional que nos oprime el pecho. Sólo sé decir que tengo una carencia y sí, para evitar confusiones de aquella índole, mejor llámenme Quiero.Quiero, me define mejor. O Mel. Sí. O Angst, Panique, Lamia, Anna, Eva, Delilah... Como sea. Igual nunca será mío un nombre y mi misticismo tonto de querer ser una Cosa digna de tres veces atención pasará desapercibido y todos cómodos, aunque tristes. Insisto, nos importa porque existe, pero si no se puede nombrar, si la pared es lo único que abraza y lo único que se entera cuando lloras, si al final habrá otro nombre tachando el tuyo... ¿Por qué? Ah, por Ella, dulce carencia: Quiero Blanca de Esperanza, dulce María. Loto literario.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Percances literarios

La escuela de Letras de la UCV es una "Cosa seria", perogrullada perfecta. Tengo unas materias "que no veas". La literariedad del asunto me espanta: "No seas idiota" o Teoría literaria I, Antiguos problemas de la literatura latinoamericana, nueva literatura latinoamericana bien patrocinada por nuestros nuevos nombres de díadelaraza, indiochávez. Tengo también Literaturas occidentales I y Literatura y Vida, ambas de altísimo contenido real. No recomendado para débiles de estómago. Una materia simpatiquísima: introducción a estudios del lenguaje o "Ave objectum, morituri te salutam" y un taller, maldita editorial psíquica, en la que de a poco se van incluyendo los incautos imitaBorges, eufemismolovers y circunloquistas varios. Qué cosas. Cada profesor se ha hecho a sus nuevas ideitas, uno que otro nos llama sencillamente "Letras" de vez en cuando... Y ¡Señor! Qué bien se siente. Se siente, no se ve. Insisto. Por algún motivo cuando coloquialmente se pregunta acerca de un enunciado: ¿Pero en sentido literal o figurado?... La respuesta que se corresponde con lo real es... Yo no sé. La gente habla mucho sin saber muy bien qué Cosas nombra y relaciona.

Pues bien, la escuela es Cosa seria. Tengo amiguetes nuevos. Me gusta tener amiguetes. Es maravilloso escuchar un axioma gigantesco y brutal, corta-aliento, exactitud aterradora y mirar a tu alrededor y no ver las usuales caras bobas o indiferentes. Somos así, eso nos dicen en literatura y vida. Así, como nos vemos en lo oscuro, lo radical, aunque sea por accidente. Y mis compañeritos, que hoy me han venido con no sé qué epítetos y clubes de lectura y me llevan los daemons si no les he agarrado un buen cariño, son, definitivamente, así. Qué cosas que todos estemos allí, insistiendo en la palabra sin saber bien por qué.

En éstas andábamos cuando Aryam (sí, la del blog) me pregunta que cuándo nos "etilizaremos" y luego agrega la duda de si está bien dicho eso... Yo me hago pelota, de verdad: súper alcohol etílico para los súper estudiantes de letras, súper polvo blanco, súper héroes y heroínas (blancas también de tanta esperanza), dulces Marías consoladoras, Chelos que cambian la última vocal por algo creativamente, recurrentemente más femenino. Santa preposición española. Cerveza, Ron, Vodka: lo que sea. Sí. Estilizarnos en alcohol: etilizarnos. La estilística siempre está doliéndonos en las clases y hemos podido resumirla en el cómodo percance literario de comernos una "ese" luego del bonito examen de "no seas idiota", es decir, sé capaz de actuar en función a los demás. ¿Y cómo no? Digo. ¡Sí! La literatura es un fenómeno social equivocatorio, para volver sobre las mismas imágenes una y otra y otra y otra vez, recrear en uno mismo, reconocer en uno mismo y nunca poder evocar a un Yo en un texto.
Quizá esté ahí la clave de las letras: no te aproximes solo. (Solo empeoras las cosas).

sábado, 15 de noviembre de 2008

Morbo nº14 - Coda final

Querencia de razón contenta de pánico, casi con estafa de pobres alegrías a luces que se mueren de hambre. Poca cosa de dedos desde que son dedos. Cuando no soy a ti, ¿Se comprende? Hasta entonces. Lloras luz, te cuelgo trémulo de unos clavos: demasiado viento para ser Domingo. Te coloco tiempo alrededor del cuello y te callo con toda mi espera. De tu sacro tanteo de calores, tiene los pies hediondos a tierra húmeda. Y los beso queriendo borrar nombres. ¡Mira la duda desnuda, oh amor lamerse las ronchas y a la mosca arrastrarse las alas podridas alrededor. Ya eres palabra. Romance de lluvia que cae desde la gente. De caer con Voz falsa: darle un beso a la botella vacía de tu parte. Y dices mi nombre como si me reprocharas el mundo. Tengo la carne podrida: pobre cura sin brisa de campanas húmedas. Hay un paréntesis de noche que no se cae de estos árboles. Cosas de la vida tranquila, carencias varias de luces largas. Ya he dibujado la cruz con un miedo, ya mastico el vidrio: Arena que se hace a la idea de ser piel y entre los últimos compases la risa de Mozart.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Pwrrrt

Tengo un compañero que cuando quiere hacer pupú dice que tiene que hacer del cuerpo. Tengo otros que hablan de hechuras de cuerpo; otros ta(o)ntos que sugieren que, como que somos humanos, el cuerpo no nos define ni marca lo que somos y, por lo tanto, hacer cuerpo es un atentado absurdo a la conformación de todos nosotros: la belleza va por dentro, dicen.

Todos admiten, no obstante, que hay cosas bellas y feas con respecto a los diversos hechos que llamamos cuerpo, o cuerpo psíquico, cuando dicen que va por dentro. Dice Daniel Guevara que ambas categorías vienen siendo, esencialmente, motivos. Algo que nos conmueve agradablemente en el caso de lo bello, y desagradablemente cuando es lo feo lo que muestra la cara. Ojo, nos con-mueve. Nunca estaremos solos en esto de acercarnos a los juicios de valor.

Ahora bien, creemos en un bonito dilema, por demás muy actual: ser incapaz de distinguir lo desagradable de lo agradable. Se insinúa la reflexión a partir del hecho de que todos consideren algo como bello y que a ti ni pum, ni pam. Ni bello ni feo. Y que luego te enamores de los brazos de una mujer e imagines tu vida medida por su contemplación, en tanto el resto del mundo ve quién sabe qué próxima dentera en un cuello rugoso, en manos que callan (¿se dice así a tener callos de mucho trabajar?). La ambigüedad del asunto es terrible. De alguna forma, es maravilloso desligarse del juicio cansado de la razón y entregarse a la conmoción sola y decir que ni cuerpo ni cuerpo son absolutamente bellos ni absolutamente feos, depende de quién lo vea y se acabó, adiós importancia.

Pero las hechuras de cuerpo humanas son bien particulares. Parece que no admitieran que una piel, que unos brazos y un cuello quedaran solamente en cáscara muerta, al menos en lo conceptual. Todos los que han caminado y han rozado sin pensarlo la pared con sus manos pueden tener la certeza terrible de que su cuerpo se acercó con todas sus facultades a hacer conciencia de si mismo mediante el roce. Cosa extraña, parece que somos bien duales y que, además, estamos a destiempo con nosotros mismos.

"Viéndolo bien el sapo es todo corazón." Qué viéndolo bien ni que lector muerto, es cuestión, oh sorpresa, de no temer usar los ojos. El sapo late completo porque su cuerpo es, precisamente, él. Arreola le comenta acerca de su naturaleza fea como acusándolo: lamentable crisálida, ninguna metamorfósis, cualidad de espejo. Y entonces también nosotros, en tanto reflejados, somos puro corazón, aunque no estemos siempre conscientes de ello, que no lo veamos. El cuerpo se mueve según una rítmica concreta que acelera o desacelera según el carácter, siempre temporal, que nos domine. Que no escuchemos cómo el propio cuerpo se corresponde con el confuso nudete de racionalidad es otro asunto del que habrá que ocuparse luego, más abajo en la espiral. Por ahora la tareasubir el volumen de la música hasta que distorsione la melodía popularosa y queden los bajos, la clave segunda, lo visceral en los tonos graves y que por lo general pasan desapercibidos. Bum- bum. Somos latido. Hacemos latido. Lo que encontramos allí abajo en lo ventral es pánico, es conmovedor pero es otra de esas dulces dudas: feo o bonito. En realidad sólo sorprende, sólo asusta. Y, hablando desde lo más honesto, es lo inesperado lo que nos rescata todo el tiempo de nosotros mismos y nuestras tonterías semióticas.

¡Bu! Llegó la realidad en un baño, sapo hediondo que nace de nosotros y que somos nosotros en el reflejo, en nuestra derivación abstracta de nosotros mismos. Dependiendo de con qué ojos nos estemos viendo en ese momento nos pareceremos bonitos o feos. Ojitos de amor u ojitos de odio, como quién dice, pero siempre más de un ojo, por favor. Porque no tiene chiste hacerse a la idea del cuerpo si no hay quien se acerque a él buscándose a sí mismo. Es a partir de la otredad que se nos dice que, aunque lo intentemos, no nos transformamos en cosa distinta de lo que somos y que aprender a nombrar lo feo o lo bello no depende de lo que somos sino de cuán dispuestos estemos a someternos a juicio nosotros mismos, con nuestras verguenzas y orgullos, fenomenales por entero. ¿Y luego? A re-crear desde lo espantoso. Mi amigo se parará de la po(c)eta y me dirá con orgullo que ha hecho un buen y genuino cuerpo. La vida comenzará a sonar en pedissimo...

Dd.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Canción popular

Mi facultad es una mierda me han enseñado a trazar un mapa hasta la verga. No he querido publicarlo sería un país felizmente sobrepoblado y lleno de enamorados. Todo el mundo está muy agarrado a la tierra: el agua de nevera sabe a mayonesa, Las mariposas tienen cara de cerveza. ________________________________________ PostData para los músicos: Se toca en de-cadente (apróx. 83 beats/unidad de tiempo) con variación intermedia en pedissimo, léase "pwrrrt". Clave de Fa, cuarta línea, comenzando desde La, cualquier La y tonalidad mayor.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cociente de coletos correctos cuerdos

Como que lo que se gesta se viene y no se viene, y lo que se mueve se mueve en el frío, voy colocando los poemas del poemario poético y recuerdo que debo estudiar teoría literaria porque, en lugar de asistir a clase con el mago de Castillo Zapata, he ido a escuchar a López-Pedraza hablar acerca de lo psíquico en un toro, a maravillarme de la proximidad entre Goya, Picasso y Benavidez y a recordar que la cultura se ha hecho cosa de viejos (¿anhelos?). Sí-sí. Todos podríamos llamarnos Quiero.Quiero y dejarnos de exactitudes aterradoras, pero no lo haremos: nos odiamos por ello. Sólo divago intentando introducirnos a una mujer sucia. Sólo pienso en ella como si fuera una bailarina. Yo, yo, yo... Ella tiene el tiempo entre las piernas y detrás de los ojos: abre las piernas, saca los ojos. Escribir poesía en pentagramas: Cociente de coletos correctos cuerdos Hay ciencias correctas, dolor de corazón, y ciencias algo más complicadas. Trapos a los que suele faltarles un diente y que cantan canciones viejas al aire como respondiendo la pregunta queda de los atardeceres en una fuente seca. Valeriana de espera en guitarra. Agüita de saliva en labio que cae sobre las notas lastimadas: Qué lunas más pesado de estatuas desmembradas y soles de merienda. Me recuerda a las cuatro perdidas de Noche, cuando me llega y me acuesta haciendo de los quebrantos una cuna de tres gramas. El parpadeo poco cuenta conmigo en estas calles hasta que me encuentren las olas que caen como horas del cielo. Caen desde abajo como si fueran gente. Con mis años mal cumplidos fumo sobre mi cultura. ________________________________________________ Je, y como diría Rafael: y este corazón/que es un corazón/duele como si fueran dos. ¿No? Finalmente siempre hay una pregunta, una duda preciosa a la que llamamos poesía o música. Ritmo primigenio. Vida acompasada. Pero siempre en compañía, medio morirse estando solo no tiene mucha gracia. Tengo parcial mañana, qué cosa más terrible.

Dd.

martes, 11 de noviembre de 2008

Cualquier es mugre

Hay caprichos de goma en lo que si tan sólo supieras. Si estuviéramos menos solos. Son cartas nuevas y tortas carcomidas de fríos de niños de calles de lluvias y de mis ojos botados en una esquina. Caracas es un familiar cotejo de ideales y esperas. Te veo y te escupo en silencio. No es justo. Ojalá se nos terminaran las palabras, las horas, los árboles que se nos han puesto mudos. Hay lo que me has contado en tus querencias de cosas posibles. Hay un viejo que se caga en los pantalones y sonríe. Hacia todo lo que está detrás, empapado con aguas tibias, encaminé ese beso y me fui con mi raza entre las piernas. Mi país es un vientre decorado de flores blancas vivas de tallos sin espinas.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Elasco y la existencia trágica

Todos tenían por costumbre acostarse temprano. Elasco no, él se quedaba por la lluvia, desde la lluvia. Se hacía a su idea. Elasco era regulado, tempranero, quehiriente del helado perdido. Deseoso Elasco de morirse, un día, compró un amigo borracho en la esquina, lo zarandeó y le increpó, mejor dicho, le declaró su amor. Elasco no ha muerto todavía. Elasco me espera en la esquina con las pantaletas mojadas de deseo. Tengo que hablar seriamente con él, me tiene de pocos comeres y menos dormires con sus cánticos tontos. Ayer hablamos del músico y de la espantosa noche prematura que había despertado a los grillos antes de lo oscuro. Hablábamos de cagarnos de miedo, o quizá de cagar miedo. Elasco no ha terminado de decirme, yo me lamentaba, ciego muy ciego, de poderlo escuchar incluso entonces. Elasco y yo vamos a tirar. Elasco coloca el polvo sobre mis piernas, yo sé que sólo allí puede respirar y le rasco la cabeza mientras él se acomoda en lo humano. Elasco me ha traído un frasquito con lluvia para beber, para que no me olvide de la esperanza en su beso. Elasco quiere irse. Elasco está muy azul últimamente. Creo que Elasco me ama: le he dicho "Please fuck me?" y él ha prometido matarme mientras duerma. Dd.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

No nacimos nuestros

Porque en efecto, los pobres nos hemos dedicado a colocar los puntos sobre las enes.

Bogamos porque una Lengua se desprenda de su suavidad y quede en una Legua descalza, moldeada según los pies que quieran pisarla, que necesiten pisarla. Hacer suelo, pisar, soler. Suelo hacer cosas de locos, piso hacer cosas de locos. Esta cultura de distancias se ha hecho muy actual, pronto nos crecerán las alas.

Hasta que se nos ponga todo por debajo y comencemos a mirar desde arriba no entenderemos lo fundamental que hay en un barquito incapaz de navegar... Cuánto experimento vano, cuánta carta sin responder.

El lenguaje funcionará como un cigarro. La tierra es blanda, está hecha de dedos, de huecos. Cosas ciegas superpuestas. Todo lo que se nos queda mientras estamos mirando.

En verdad es bueno decir que no nacimos nuestros, aunque por ello nos veten, aunque luego haya un recuerdo cómico de una decisión mal tomada. Qué poca responsabilidad se tiene cuando casi se está solo.

Y eso es una generación, una mediocridad y un olvido. Comemos Loto como desesperados porque, precisamente, se nos va la vida en ello. La vida tiene que estar en aquella otra parte.